sábado, 3 de julio de 2010

LOS PASOS PREVIOS

Dicen que en un diario alemán de 1886 se leyó la primer noticia: “Con resultado satisfactorio efectuó algunas pruebas por las calles de Mannheim un velocípedo accionado por gas, construido por la fabrica renana de motores de Karl Benz y Compañía”.
En realidad, aquel primer “automóvil” era un vehículo de tres ruedas – una sola adelante- que parecía permitir un aceptable funcionamiento.

Karl Benz y familia a bordo del que quizas sea el primer automóvil
(Fotografía: Diario La Nación) 
Paralelamente, en Cammstatt, a 100 kilómetros del pueblo de Benz, otro alemán, Gotlieb Daimler, experimentaba con un vehículo similar, aunque en este caso de cuatro ruedas.
Ese parece ser el punto de partida en la vida del automóvil, aunque resulta temerario ordenar escrupulosamente la historia del formidable descubrimiento porque muchos parecen querer tener lo que en realidad les pertenece a Benz y Daimler, quienes por añadidura mas adelante entroncaron sus caminos para fundar una de las mas grandes y prestigiosas marcas del automovilismo de todos los tiempos: Mercedes Benz.
Ocho años después de los inventos de Benz y Daimler, se corrió lo que puede considerarse como la primera carrera de automóviles en el mundo, la Paris – Ruan, organizada por el diario francés Petit Journal.
Todo comenzó el domingo 23 de julio de 1894 cuando, desde la Puerta de Maillot, en Paris, se corrió hasta el Hotel de Soleil d’Or, donde aguardaba a los viajeros un generoso almuerzo, para luego continuar viaje hasta Ruan.
A las seis menos veinte de la tarde de aquel día, en medio de una nube de polvo y humo llegaba al final el primer automóvil, un De Dion-Bouton a vapor, de cuatro plazas, conducido por el propio Bouton, ganador de la prueba, tras 9 horas 40 minutos de marcha para recorrer 130 km.

EL AUTOMOVIL LLEGA A LA ARGENTINA


Según Pedro Fiore en la Enciclopedia de Oro del Automovilismo, el primer vehículo que anduvo por si solo en la Argentina fue un triciclo con motor De Dion Bouton que Dalmiro Varela Castex trajo en 1887 y poco tiempo después el mismo hombre importó un coche Benz, con propulsión a caldera, lo que lo transformó en el pionero del automovilismo argentino.
En su libro “Medio siglo de automovilismo argentino”, Ricardo Lorenzo (Borocotó), escribe: “sabemos realmente que don Dalmiro Varela Castex trajo al país un Daimler, en 1895”. Casi con seguridad el primer vehículo de cuatro ruedas con motor a explosión que circulo por estas tierras.
Tiempo después de este acontecimiento, el mismo año que el doctor Quirno Costa, a cargo de la presidencia de la Nación firmaba el decreto de fundación de Comodoro Rivadavia, en el Hipódromo Argentino de Palermo se corría la primera carrera de autos en el país.
Fue el 16 de noviembre de 1901 y según el diario La Nación “inició la fiesta la carrera de automóviles de menos de 500 kilos, 1.100 metros de distancia, donde resultó vencedor el automóvil del señor Cassoulet (Juan), llegando segundo, tercero y cuarto, los de los señores Juan Abella, Marcelo T. de Alvear y Egisto Gismondi, respectivamente”. 

Juan Cassoulet y el De Dión con que ganó la primer carrera de automóviles corrida en la Argentina
(Fotografía: Diario La Nación) 

Y completa la crónica: “… la carrera para automóviles con peso libre, tiro 3000 metros y en la cual se habían anotado únicamente las máquinas del señor Aaron Anchorena y Marcelo T de Alvear, resultó ganada por una larga distancia del automóvil del Dr. Alvear. Ambas máquinas iban dirigidas por sus dueños, acompañados de sus respectivos “chauffeurs”. La reunión terminó con evoluciones militares ejecutadas por el Regimiento 9 de Caballería”.
Dice Alfredo Parga en “Historia Deportiva del Automovilismo Argentino” que “Mientras no se encuentren otras fuentes tanto o mas genuinas que las conocidas, permanece inalterable esta referencia final concreta, que es el punto de partida de esta historia. La primera carrera de automóviles en la Argentina se disputó el sábado 16 de noviembre de 1901, a las cuatro de la tarde en el Hipódromo Argentino de Palermo, sobre mil metros. Juan Cassoulet fue su ganador, conduciendo un Rochester a vapor y empleó 49 segundos. Según la computación de hoy, el promedio fue de 73,469 km/h”.
Siete años después, en 1906, el automovilismo argentino se puso los pantalones largos con la primera carrera disputada en ruta abierta, sentando las bases de una forma de hacer competencias que no tuvo parangón en el mundo.
Promovida por el diario El País, el lance tuvo lugar el 9 de diciembre. Partiendo desde la sede del Automóvil Club Argentino, ubicada en la Avenida del Libertador, en Buenos Aires, los intrépidos volantes que tomaron parte de aquella prueba transitaron por Núñez, Olivos, San Isidro, y San Fernando, hasta llegar al Tigre, para luego de un descanso emprender el regreso al punto de partida.
Luís de Santos, con un Darracq, fue el vencedor de aquella prueba a un promedio, para entonces espectacular, de 54 km/h.

EL AUTOMOVIL EN LA PATAGONIA


Un año antes de esa carrera, en 1905, el señor Eduardo Beecher introdujo el primer automóvil en la ciudad de Río Gallegos (¿Fue acaso el primer auto que circuló en la Patagonia Austral?). Se trataba de un STAR, de origen anglo-italiano con el cual el empresario santacruceño se lanzó al camino, para unir, en dos días, Río Gallegos con Punta Arenas, por el viejo camino de las carretas.

Eduardo Beecher y el Star que introdujo en Río Gallegos en 1905
(Fotografía: Revista Argentina Austral) 
Poco tiempo después, en 1906, con todos los inconvenientes que por esos tiempos significaba la maniobra, desembarcó en Comodoro Rivadavia el primer automóvil que pisó estas tierras. Pertenecía al doctor Aguirre, propietario de la estancia “Las Mesetas”.
Con ese vehículo, el estanciero partió rumbo al sur, al campo, transitando por la playa en momentos de marea baja. Caminos no había, entonces el hombre atravesó la playa sur y tras sortear con mucha dificultad el arroyo La Mata, culminó su travesía con una pieza vital de la máquina averiada.
Tirado por caballos, el flamante automóvil volvió al punto de partida y fue embarcado nuevamente hacia Buenos Aires, para su reparación.
Jamás volvió al pueblo y aparentemente Comodoro Rivadavia no vio otro auto hasta 1912, cuando llegó un Packard  que algunos dicen pertenecía a don Máximo Abásolo y otros aseguran a José Agistían Ibarguren y que se convirtió en el primero de una serie de automóviles que comenzó a poblar las polvorientas calles de la vieja aldea.
También en 1906, el doctor Williams Valientin, introdujo el primer auto en la zona del valle. Con ese vehículo, en el mes de enero, el audaz médico inició la fantástica aventura de unir Trelew con Esquel, cosa que logró en apenas... veinte días.

Esquel no fue ajeno al florecimiento del automovilismo a comienzos del siglo
 pasado y como vemos, cualquier vehículo era apto para prenderse en las carreras

(Fotografo desconocido)

DE CARRERAS NI HABLAR


Ahora trate de imaginarse Comodoro Rivadavia a solo cinco años de su fundación oficial, en 1906. Apenas un caserío de unos pocos habitantes que padecían la soledad, el aislamiento, los rigores del clima y la falta de agua, provista por aguateros a razón de un peso el barril de cien litros.
Imagínese el Comodoro Rivadavia de entonces que prácticamente contaba con una sola calle central y que asistía, el 15 de febrero de 1906 a la inauguración del camino hacia kilómetro 5.
¿Quién podía pensar en ese entonces en carreras de autos? Nadie podía. Nadie lo pensaba
Tampoco el matrimonio Carbonell, que el 23 de junio de 1911, en Comodoro Rivadavia, traía al mundo un niño al que bautizaron con el nombre de Toribio Juan Emilio. Con los años, el verdadero nombre dejaría paso al apodo de “Poroto”, primero y “Toscanito”, después y el niño a uno de los hombres mas destacados de los comienzos del automovilismo deportivo en la región.
Ese nacimiento, como es de imaginar, no constituyó una noticia sobresaliente, salvo para los amigos de la familia, como seguramente tampoco lo fue, al día siguiente, en Balcarce, el alumbramiento de la señora Herminia Déramo de Fangio, que veía nacer su cuarto hijo, al que llamaron Juan Manuel.
Otras cosas, que no eran el automovilismo, preocupaban a los comodorenses de entonces. El transporte era una de ellas.
En 1919, el mismo año que el ingeniero Horacio Anasagasti comenzaba la producción en serie del primer automóvil argentino, Gerardo Van Heerden, que había llegado muy joven a la Patagonia, creó, junto a Federico Zimmermacher, la primera línea de ómnibus, entre la zona central y Astra, pasando por los campamentos de kilómetro 3, 5 y 8.
Antes de eso, en 1917, un cronista de entonces registraba el primer accidente de tránsito ocurrido en la ciudad y que arrojó un saldo luctuoso.
Fue en playa sur, cuando un vehículo, conducido por la esposa de Casimiro Pella, embistió a otro en el que viajaban el señor Enrique Matiuda y su pequeña hija. Tanto Matiuda como la niña, fallecieron poco después, como consecuencia de las heridas recibidas.

TIEMPO DE CORRER


Fue recién a comienzos de la década del 20, que algunos intrépidos jóvenes comenzaron a vivir el vértigo de la velocidad y el desafío de las carreras.
Sin ningún tipo de organización formal y solo por divertimento, aquellos pioneros del automovilismo utilizaban la extensa playa de Rada Tilly, o la Playa Sud, como escenario de sus actividades deportivas, de cara al sol, al viento y a la arena, esmerilando la piel.
Asi se corría en Comodoro Rivadavia en las primeras décadas del siglo XX.
Esta imágen pertenece a una carrera disputada en los años 20 entre Km 3 y
Arroyo La Mata  (Fotografía: Familia Solachi)

Mientras tanto, en otros lugares del país, otros hombres intentaban aventuras. Cruzar la cordillera de Los Andes en automóvil era uno de los desafíos que mas fascinaban a los audaces.
No había caminos y solo se transitaba a lomo de mula. La cordillera era una muralla impenetrable para los nuevos autos que corrían por las ciudades y espantaban a los desprevenidos peatones con velocidades de hasta 40 km/h.
Para esos modernos automovilistas, cruzar la cordillera era el máximo desafío. Varios se resignaron, otros intentaron sin suerte.
Hasta que en febrero de 1914 el voluminoso y risueño norteamericano Johnson Martin y su mecánico, de apellido Johansson, a bordo de un Buick, lograron aplastar al coloso de piedra del cono sur.
Playa Sur. Año 1925. Eran los primeros intentos
de carreras de autos en Comodoro Rivadavia

(Fotografía: Diario El Rivadavia) 
En realidad, el viaje se inició el 30 de enero desde Buenos Aires. Desde allí, los intrépidos viajaron a Mendoza, siguiendo la línea del ferrocarril, donde arribaron el 6 de febrero, luego de 1.243 kilómetros de marcha.
De allí en mas, la formidable aventura. Tuvieron que quitar piedras para abrirse camino, cruzar arroyos y por más de 70 kilómetros utilizaron tablones para poder avanzar.
Finalmente, el 24 de febrero de 1914, Martin y su acompañante entraron en Santiago de Chile, tras 26 días de viaje y después de recorrer 1.668 kilómetros.
Y aunque quizás nadie lo pensó en ese momento, se acababa de dar el primer paso en la divulgación del automóvil como uno de los medios más eficaces para cruzar montañas.
Con el tiempo, más autos repitieron el cruce. Se mejoraron los caminos, nacieron las rutas y la cordillera abrió paso al progreso, gracias a un auto y un par de inmigrantes radicados en la Argentina.
En 1924 fueron cuatro comodorenses quienes emprendieron la aventura de unir Comodoro Rivadavia con Nueva York, en un Ford T.
El rimer cruce de la Cordillera de los Andes en automóvil fue en 1914
(Fotografía: Diario La Nación) 
Francisco Gumy, Diego Loja, Francisco Bassi y Gubensi Rofe no pudieron completar el trayecto y en México, según dicen, debieron resignarse, sin embargo, habían marcado un hito en la historia del automovilismo de estas tierras.

Al año siguiente, otros audaces organizaron la primera “Vuelta Comodoro Rivadavia - Holdich”, que ganó Felipe Terzano, seguido por Diego Navarro y Arturo Verdeal.
Esta carrera, que se repitió al año siguiente, con otra victoria de Terzano (Dodge), esta vez seguido por Diego Navarro (Chevrolet) y Silvano Olivares (Ford), no volvió a correrse, pero tuvo la virtud de ser la que dio el puntapié inicial en esto de la organización de competencias.
Mucho habría que esperar para que la actividad automovilística de Comodoro Rivadavia se desarrollara y mucho tuvo que ver en ese desarrollo el Tiro y Pelota Auto Club, fundado en 1942 y conducido en los primeros años por Antonio Domínguez.
Los cuatro comodorenses que intentaron llegar a Nueva York
en 1924, antes de la partida. Dicen que alcanzaron a llegar
a México, que no es poco cosa

(Foto:  Fotografo desconocido)
Con la sola excepción del Automóvil Club Argentino, hasta 1952, fue la única institución de la ciudad que organizó carreras, todas ellas reservadas a autos tipo Gran Premio, como se denominaba entonces a aquellos que disputaban las épicas carreras nacionales abriendo caminos para el país y que mucho después adoptarían el nombre de Turismo de Carretera.
El año 1934, el Gran Premio Nacional que organizaba el ACA, se largó desde Rosario, fue hasta Resistencia y terminó en Morón. En esa carrera ganaba por primera vez, a bordo de una baquet Mercedes, Emilio Karstulovic, un chileno nacionalizado argentino, periodista de profesión, que había nacido en 1895 en Antofagasta.
Vale la referencia, porque con aquella victoria, Karstulovic, que había debutado en el Gran Premio Nacional de 1925, con un Stutz, se consagraba como el primer campeón del automovilismo argentino, en una época en que los caminos eran mas imaginarios que ciertos.

Año 1936. Debutaba en el automovilismo un piloto que con el tiempo
se convertiría en el mas grande de todos: Juan Manuel Fangio.

(Fotografía: Revista Corsa) 
En 1936, con una victoria en Trelew, debutó “Toscanito” Carbonell, a bordo de un Ford 35, acompañado por Nino Figueroa y venciendo al fuerte piloto del valle, Pedro Corradi. Coincidentemente, ese mismo año, en una carrera de Fuerza Limitada disputada en Benito Juárez y sin que nadie sospechara lo que sería en el futuro, debutó Juan Manuel Fangio.
Cuando la primavera de ese año comenzaba a entibiar la región, el Automóvil Club de Trelew organizó una carrera notable para aquellos años. En dos etapas, corridas en días sucesivos, se corrió de Trelew a Comodoro Rivadavia, primero, pasando por Puerto Madryn y Rawson y al día siguiente por el mismo camino, en sentido inverso.

Emilio "Poroto" Carbonell en su juventud., cuando todavía
no era el ídolo del utomovilismo regional que fue despues
.

(Fotografía: Revista Argentina  Austral) 
El primer tramo, que dejó fuera de carrera a los comodorenses José Rozas Ferre y Leonardo Pella y vio volcar en forma espectacular en la zona de Astra a “Toscanito” Carbonell, fue ganado por Pedro Corradi, escoltado por Joaquín Daponte, pero fue este último el ganador absoluto de la carrera, al imponerse en la segunda etapa y verse favorecido por el retraso de Corradi.


Apareció a finales de la década del 30 y rápidamente se
posicionó como uno de los mejores de su tiempo: José Rozas Ferre

(Fotografía: Revista Argentina Austral) 
El automovilismo que transitaba los caminos patagónicos empezaba a hacerse popular.
Mecánicos y pilotos se entusiasmaban con los desafíos que la geografía regional les proponía, mientras soñaban alcanzar la gloria que otros, en remotos lugares del país ya habían logrado.
Casi de la nada, el automovilismo regional comenzaba a florecer e intentaba proyectarse hacia el futuro.

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